La elección de Ebrahim Raisi como nuevo presidente de Irán es una victoria para los sectores religiosos más conservadores del país. Raisi, que obtuvo el 62% de los votos emitidos, es la cabeza del Poder Judicial del Irán y tiene un vínculo muy estrecho con el Consejo Supremo, la verdadera conducción de la nación islámica.
Dada la cercanía del nuevo presidente con la visión del ayatolá Jamenei, se cree que no será posible un retorno a los tiempos de acuerdos y cooperación bilateral con los Estados Unidos, que había comenzado con la segunda presidencia de Barack Obama.
Por el contrario, algunos expertos opinan que el vínculo podría deteriorarse aún más, si el Consejo decide profundizar sus intervenciones con grupos extremistas de la región, fundamentalmente por el reciente acercamiento a Israel de algunas naciones árabes como los Emiratos y Omán.
En cualquier caso, los intentos por reactivar el tratado de inspección sobre el uso de energía nuclear en Irán parecen no tener buenas perspectivas con la asunción de este nuevo gobierno. Los candidatos reformistas, por otra parte, no fueron autorizados a participar en los comicios.