Para muchos las criptomonedas se han convertido en una reserva de valor que ha reemplazado otras inversiones tradicionales, como las acciones, el oro y los metales preciosos. Para otros, es quizás una forma inconsciente de poner en riesgo los ahorros de toda una vida, dada la gran volatilidad de estos instrumentos.
El boom de la inversión en criptomonedas durante la pandemia ha llegado a oídos de todos, incluidos los reguladores del mercado, que buscan poner freno a la locura de este mercado de cambios.
Cotizaciones que experimentan vertiginosos picos y caídas estrepitosas por igual han caracterizado a las monedas digitales por un largo tiempo. Sin embargo, durante el último año la situación alcanzó niveles insospechados.
Monedas como el Bitcoin y Ethereum han sufrido alzas y bajas increíbles como producto de la mera publicación de algún tweet, como sucedió, por ejemplo, al publicitarse las decisiones de inversión del magnate de Tesla Elon Musk.
La preocupación por las estafas y los robos de criptomonedas también ha impulsado un mayor interés de las autoridades por intervenir. Fueron varios los sitios de intercambio de estos bienes que declararon la bancarrota o cuyos dueños desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo las billeteras virtuales de miles de usuarios que no tienen forma de recuperar su dinero.
Se espera que la designación de las nuevas autoridades de la SEC por parte de la administración Biden sea un paso adelante para avanzar con cambios significativos para convertir a las criptomonedas en un medio de inversión seguro.
Quienes se oponen a la intervención estatal señalan que una motivación esencial para la creación de las criptomonedas ha sido la privacidad, junto con la posibilidad de contar con una reserva de valor fuera del control de los Bancos Centrales.